Tiernos, sensuales, placenteros.. no puedo encontrar malo en ellos, adoro los masajes.
Hace mucho y largo tiempo me hicieron mi primer masaje, y desde entonces soy un auténtico fanático. He ido a un par de balnearios/spas donde he gozado de dichos placeres, y procuro rodearme de gente que sabe hacerlos y me ofrezco como conejillo de indias.
Incluso me apunté a un curso para aprender, y que fuese un Quid pro Quo, Clarece.
En Perú disfruté del placer de “la masajista viene al hotel y todo”, y por una mísera cantidad de dinero ( y la niña estaba hasta.. muy bien formada, eso es). Gracias María por el chivatazo si me lees. En Chaouen gocé mientras un señor marroquí me daba una tunda de palos que me dejaron nuevo, se ve que su concepto de masaje es distinto (¿gocé de verdad?).
La semana pasada me hicieron algo novedoso. El masaje en la cara. I-N-C-R-E-Í-B-L-E. Descubrir la masajista en casa fue algo doblemente placentero. Ahora quiero aprenderlo. A tus pies, rudzia.
Tengo un aceite de masajes por gastar. Enseñaré a Viejuno, porque llevo tiempo sin masajes, y los necesito.
3 comentarios:
AY! que me gustan los masajes! (sin mal pensar, eh!)
Si parecen mis dos gatos!
Me gusta el masaje en la cabeza que hacen en la pelu.
María te leerá, yo me encargo.
Abz
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