Todo el mundo habla de que empieza la primavera. Y aunque signifique lo mismo, nadie menciona que hoy termina el invierno.
Me gusta el invierno. Bueno, más que el invierno, la idea de invierno. Ese frío polar que te quitas embutido en una capa y otra más de ropa. Esa taza de té que agarras y rotas entre tus manos mientras las mejillas vuelven a sonrojarse. Taparte, casi metido en el brasero mientras te abrazan. Los baños de agua calentísima.
Las noches que sales de la Obbio, del Utopía, y tras haberlo pasado de muerte dentro, risas con la Chinkara, bailoteos demoníacos con Petisse y los demás incombustibles, noches largas, noches raras, sales a la calle. Y chispea. Esa lluvia tenue. Te cubres con la cazadora, dos besos fugaces a la masa, y corres como alma que lleva el diablo a casa. El refugio. La cama.
Necesito reeditar este invierno. Me he dejado un par de cosas en el tintero.
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