martes, 11 de octubre de 2011

Méteme prisa

Con lo bien que se estaba en la cama...


El color de la prisa. Las legañas en el suelo. Me gusta Madrid y su metro y sus estaciones a primera hora. No me refiero a esa humanidad en los vagones, ni a esos empujones exentos de culpa, ni siquiera al hediondo aroma de las catacumbas repletas de personas.

Es el devenir de la gente lo que me impresiona, máquinas mecánicas que se mueven al compás de lo dictado, casi automatizadas: ficho aquí, pico allá, me monto en éste, transbordo en la cuarta, corro en estas escaleras. Me refiero a esos cientísimos de seres humanos que deambulan de un lado a otro con la apariencia de tener las cosas muy claras desde que se levantan. Bostezos, bostezos. Más bostezos.

Nunca los veo más perdidos.


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