sábado, 19 de junio de 2010

Ana, el café, y las tostadas

No suelo desayunar. Sé que es malo y todo esto blablabla, pero sinceramente, no tengo tiempo por las circunstancias en las que me hallo.

Esta mañana, mientras leía y escribía, un increíble olor llegó desde la cocina. A desayuno. A preparar café y tostadas, como antaño. Sábado de lujo.

Ana estaba con su delantal musical puesto, y su sonrisa.

¿Cuánto tiempo había estado yo sin fijarme en su sonrisa? Ana me alegró el día, y me temo que no va a ser el último. Tengo que fijarme más en ella.

Tengo que fijarme más, así, en general. Se me han escapado muchas cosas de la vida diaria. Andarme con más ojo.