En mí, y solo en mí. Pensaba en mí como única salida. Nada de pensar en ella, mi decisión estaba tomada. Tenía que dejar la cosa estar, no podía seguir tratándola de ese modo.
En mí y en solo mí. No me importaba lo que ella tuviese que decir, la relación tenía que terminar. Estaba decidido.
Aunque ya lo habíamos hablado, llegó el momento de vernos. Y a la luz de la luna, el reflejo de la cerveza y con caricias en el brazo y en la espalda, tuve que voltear mi pensamiento 180 grados.