Al abrir la puerta, nadie se percató. Todos permanecían embelesados ante cualquiera que fuese aquel hecho; entonces, una chica, de repente, se quedó mirándome desde su asiento durante unos segundos, y acto seguido, se levantó y se dirigió por el pasillo hasta donde yo estaba y nadie de los allí presentes se percató de que lo hacía.
Se puso delante de mí y me miró a los ojos con una mirada terriblemente fascinante. Observé que uno de sus ojos era completamente morado, aunque cristalino, transparente. Además de este rasgo exótico, tenía el pelo naranja, bastante corto, y era blanca como las nubes. Su atuendo era especial, una especie de vestido-túnica negro hasta los pies, en plan sacerdotisa. Se acercó un poco más a mí, y dijo: - "Te estábamos esperando"
Ipso facto, y antes de que pudiese reaccionar, noté que alguien desde atrás me cogía de los brazos, me ataba por detrás las manos, y me metía de nuevo hacia dentro de la habitación, mientras ella seguía mirándome desde la puerta.
Al poco rato, soñando consciente, abrí los ojos; estaba metida en la cama pero no me podía mover ni hablar. Veía mi cuarto con la misma luz a través de la persiana al igual que antes. Me percaté de una presencia al acostumbrar los ojos a la penumbra; delante de mi cama estaba esa mujer, y se movía de un extremo a otro, pasando su sombra por el reflejo de la persiana, como si estuviese vigilando. Yo la miraba pero ahora ella no notaba que yo estuviese despierta mirándola, y seguía andando de un lado a otro de la habitación.
Volví a dormirme.
Todos duermen pero ella con el ruido no la pudo ver. Con vivos muertos, brindando juntos por un año mas, un año menos, que dolerse de esta herida y de esta luz. Ella llego tarde no vio a nadie, fue directa a dormir. En vez de su piedra, encontró una fiesta en su salón.
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