de oso de los breñales, un carácter
de oso también, mi mala dentadura,
mis célebres manías, y ya cerca
de los cincuenta y cuatro;
ella con sus medidas insumisas
al canon de Praxíteles, sus patas
de gallo, sus absurdos, sus jaquecas,
su denso palmarés ginecológico
y todos sus etcéteras.
Qué inexplicable, qué misterio que
de nuestras dos imperfecciones salgan
las hondas, las ardientes, las perfectas
noches de nuestro amor.
Miguel D'Ors