lunes, 29 de septiembre de 2008

Carta a un enemigo


¿Qué tal estás, hijo-de-puta?

Supongo que te habrás levantado tarde, ayer trasnochaste un poco. ¿Te has despertado con la alarma de alguno de los dos móviles que me robaste? Espero que la elección de la canción Baba O’Riley sea de tu agrado y no te haya dado dolor de cabeza. Disfruta de todos los amigos que tengo ahí reflejados, y que llevan sin saber de mí unos días gracias a ti. Disfruta de los mensajes de amor y amistad que ahí conservaba y que me ayudaban en los momentos menos felices.

¿Sigues por Francia, hijo-de-puta? Quizá hayas decidido cambiar de país haciendo uso del pasaporte que me robaste. No sé si tu tendrás unas facciones tan marcadas como yo, en ese caso serás sorprendido suplantando identidad, ten cuidado. Aunque siempre puedes confirmar quien no eres, enseñándoles el carnet de conducir, la tarjeta sanitaria, alguna de las demás tarjetas que me identifica(ba)n.

Te pido un favor, amigo hijo-de-puta. Con la cámara de fotos que me robaste, fotografía algún monumento bonito, y mandármela por correo. Seguro que un poco de cultura y belleza te vendrán bien en la vida, y te darán humanidad, palabra que desconozco si conoces.

Respecto a las 623 fotos de mis 10 días de genial viaje, espero que las disfrutes y rías tanto como yo al hacerlas, con esa combinación de belleza y tonterías. Una vida tan triste como la tuya necesita de este humor diario, algo que mueva esas mariposillas estomacales. Será una lástima no volver a recuperarlas nunca, a diferencia de lo anterior, pero sé que una mente espabilada como la tuya sabrá aprovecharlas, hijo-de-puta.

Eso sí, cuando vuelvas a trabajar, mientras los demás duermen, ándate con ojo, sigue haciendo ese buen uso del sigilo y el subterfugio. Porque si algún día alguien te coge con las manos en la masa, puede hacerte todas las barbaridades que a mí se me ocurrieron hacerte cuando descubrí el hurto, y entonces, hijo-de-puta, desearás no haberte dedicado nunca a eso. Desearás ser manco para tener menos dolor en el cuerpo.

Es más, aclárame una cosa: ¿el precio de una cartera, dos móviles, y una cámara llena de recuerdos es mayor que el desprecio de la gente que te mira, de un no-abrazo cálido de tu pareja al llegar a la cama, del no-apoyo de una familia, de la soledad de la enemistad?

Disfruta de los bienes materiales, ya que serán los únicos que tengas en tu corta y desdichada vida, y que jamás te harán sentir tan feliz como el apoyo de unos amigos que conocen tu vida, y la aceptan. Espero que nunca se te atraviese la garganta de bilis con toda la maldad, podredumbre, miseria y mezquindad que llevas en tu interior, hijo-de-puta.