domingo, 14 de marzo de 2010

Oren Lavie - Her morning elegance

Su elegancia al vestirse hizo que mi previsible día ocupado empezase con más alegría que en meses.

Después de estar sin dormir una noche entera, eterna, se rompía la magia con el sol filtrándose por las rendijas de la persiana, con el gato maullando, y con el olor a café Nespresso en la cocina.

El cuidado que ponía al abrocharse los botones, sus ojos cansados y brillantes... Atónito la miraba con mi gafas de mirar por primera vez. Los huesos de la cadera que se me clavaban, sus labios finos, los morados del cuello que yo mismo le había dibujado, todas aquellas aparentes imperfecciones en ella eran sublimes.

Terminó. Se fue, se esfumó esa elegancia, y desde entonces miro a la estancia vacía, y me pregunto cuando volveré a verla.



¿Repetimos? Natillas, Danone.