lunes, 25 de mayo de 2009

Hoy se escribe con H.

Me he dado cuenta de que la mayoría del tiempo lo estamos haciendo todo mal. Me refiero a que se supone que la meta en esta vida es ser feliz ¿no? Pues lo hacemos todo mal.

No digo yo que no nos molestemos en intentar ser felices, sólo digo que nos esforzamos en cosas que realmente no nos hacen felices.

Porque hacemos los planes a largo plazo. A larguísimo plazo, en general. Nuestra filosofía se basa en el mañana. Siempre el mañana, nunca el hoy. Pero, entonces, ¿cuándo somos felices? ¿Por qué no hoy? ¿Qué tiene de malo?

Siempre lo aplazamos. Ya seré feliz cuando acabe la carrera, tenga un buen trabajo, independencia económica, una casa propia, una pareja estable, hijos que hayan recibido una buena formación y ya puedan ser independientes, y canas. Porque vamos, cuando vienes a darte cuenta, ya tienes más canas que otra cosa y todavía no has sido feliz en toda tu vida.

¿Y qué pasa si, luchando por conseguir esa felicidad en el futuro, dejas de lado la del presente y un día todo se acaba? ¿Qué pasa si no consigues ser feliz ni una vez antes de dejar este mundo? Siempre pensamos que mañana habrá tiempo, pero ¿qué pasa si no hay mañana?

Yo quiero ser feliz hoy. Y mañana también, pero eso es algo de lo que tendré que encargarme mañana, cuando llegue, si llega.

Por eso cuando me levanto hago una lista con diez cosas que me van a hacer feliz hoy: pintarme las uñas, oír una canción, ver a alguien, beberme un batido de chocolate, contar un chiste, comprar flores, hablar con mi abuela, tintarme el pelo, dibujar un corazón, ir al teatro, reírme... lo que me apetezca hacer hoy para ser feliz. Y, al final del día, rompo la lista. Al día siguiente haré otra con las cosas que me vayan a hacer feliz ese día. Porque no sé si lo que hoy me hace feliz será lo mismo que quiera hacer mañana. Probablemente no.

Así, cuando mire hacia atrás, al menos tendré la certeza de que he sido feliz, o de que lo he intentado cada día de mi vida y de mil maneras diferentes. Que la gente cree que la felicidad es una meta, pero es el camino que nos lleva. Está en las pequeñas cosas que hacemos a diario. Piénsalo la próxima vez que no hagas algo que quieres hacer pensando que ya habrá tiempo para hacerlo.

Cada vez que te levantas es una oportunidad para cumplir un sueño, para hacer lo que quieres hacer, como si no hubiera un mañana, como si el mundo se acabase antes de acostarte. Porque, no te das cuenta, pero puede que se acabe.
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Este texto lo he copiado de aquí


Y la idea también viene al hilo de lo que un día me dijo la Tartas, y que pronto ordenaré en palabras, y transcribiré aquí .