Parecía la única manifestación visible de una sacudida más profunda… A veces las palabras se quedan sepultadas bajo una buena capa de sentimientos.
Pati y yo sonreímos al psiquiatra con una mezcla de cortesía y caridad y a continuación nos miramos. La manera en que ambos colocamos nuestras pupilas en las del otro, y la manera en que nuestras sonrisas se desdibujaban como un helado que se derrite, significaba que más allá de lo que ocurriera en el mundo, más allá de la inevitable estupidez que asolaba el universo, ella y yo hablaríamos siempre el mismo lenguaje, y nos tendríamos el uno al otro.
Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos – Rodrigo Muñoz Avia
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