domingo, 26 de diciembre de 2010

Error de concepto

Las premisas son erróneas.

Conducía por parajes inhóspitos, contigo al lado. Creí que era el momento de decirte la verdad, le había dado ya más vueltas que un centrifugado, y dilatar más el tema solo podía hacernos daño. Eras preciosa y me volvías loco, pero tenía que hacerlo.

- No estoy enamorado de ti – le dije. Te quiero mucho, me lo paso muy bien en la cama contigo, y se nota que tenemos complicidad en muchas cosas, pero no estoy enamorado de ti. Quizá... con el tiempo… pueda lograrlo, pero a día de hoy no quiero engañarte respecto a este asunto.

Tu cara reflejó contrariedad, te quedaste seria el resto del trayecto, y, al notarlo, yo me puse inevitablemente triste. Te cogí de la mano, y te intenté tranquilizar, hacer las cosas naturales, hacerte sentir cómoda de nuevo:

- Seguro que con el tiempo lo consigo – concluí.

Estúpido de mí. ¿Cómo iba a poder enamorarme de una persona que cada vez trataba menos? ¿Cómo pretendía conseguir volverme loco por ella si me dedicaba a otros menesteres en lugar de pasar el tiempo conociéndola? ¿Cómo podría alinear nuestros futuros calmados si andaba inmersos en pasados turbulentos y presentes oscilantes?

¿Cómo?


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