Pero llegó el 2011. Y tras idas y venidas físicas y mentales, tras varios cientos de km a las espaldas en 9 países, tras una montaña rusa de emociones sensoriales de las cuales la mayoría me hicieron mucha mella, tras un verano playero que fue el latigazo que necesitaba la fiera (¡qué descubrimiento!), tras una serie de personas que conocí y que son inigualables y otras muchas que se quisieron escapar y que apenas echaré de menos, también terminó. Y superó de lejos al 2010, otra de mis equivocaciones incorregibles.
2012 sé que va a ser el año de la calma, del sosiego. He coronado un par de cúspides y me empiezo a aburrir de la montaña. Arranco el año con 3 proyectos ilusionantes y estoy seguro que al menos voy a finiquitar un par de ellos. 2012 es mi año, el año del reposo, de la tranquilidad, el orden y la estabilidad.
El arcoiris aparece en el cielo tras tiempo de tormenta.
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