Ahora, cada vez que hago el amor con Silvia, tendido boca abajo su cuerpo y dominado por la imponencia de su busto, y la observo mientras ella va moviendo tenazmente las caderas para provocar mi orgasmo, el parecido de su rostro y sobre todo de su expresión con el rostro y la expresión de la virgen bizantina de mi infancia, me fascina y multiplica mi placer, añadiéndole un cierto carácter simbólico.
Mientras dura nuestro acto amoroso, Silvia se convierte en una figura emblemática extrañamente desdoblada en una figura real. Es al mismo tiempo la mujer que exprime y vigila mi sexo hasta su agotamiento extremo en el orgasmo, y la virgen aquella, siempre dispuesta a comprender y perdonar.
Extracto de "El hombre que mira", de Alberto Moravia
3 comentarios:
Hace ahora un año que me leí ese libro... Y me lo leí justo porque recibí ese párrafo, me dijeron que era un libro que picaba, y vaya si picó, que me lo leí en un día!
Ya te vale haber puesto el mismo fragmento... O es que yo te lo pasé?
Ha sido una tarde genial, para repetir, por ejemplo, con un té de jardín de frutas! Yo pongo las campurrianas next time!
Hombre pues la verdad es q ese libro tiene buena pinta.
Yo te recomienod uno que se llama "Alta fidelidad".
Ahm y como se agregan blog de amigutes en la columna lateral derecha como la tuya?
ya me han recomendado este libro, pero últimamente no hago nada más que mirar cosas de entrenamientos y demás... espero poder seguir con la literatura por ocio y no por curro jajaja. saludos y perdon por ser tan ególatra, pero ahora mismo estoy con el blog liado y no tengo tiempo de leer a nadie.
ya te daré lo tuyo, como le diría nacho v. a cualquier despendolada. saludos oscuros
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