Tengo 18 años.
Me echo una novia rubia, empiezo a estudiar Derecho, no me gusta beber alcohol ni fumar y mato por sacarme a la calle bajo cualquier pretexto, no me gusta pasar tiempo solo. El último salto de la adolescencia al vacío se hace con los ojos casi vendados.
Tengo 36 años.
Adoro a una novia pelirroja, pienso y decido estudiar Modelismo, me fumo un porro antes de dormir y cato las mejores bodegas de España (salvo Ribera y Rioja, claro). Paso mi tiempo disfrutando de mi adosado con jardín, puteando a mi perro al tirarle del rabo, ante la mofa generalizada.
Elijo tener una segunda vida opuesta a mi primera. La madurez mesa dulcemente las canas de mi paciencia.
Me echo una novia rubia, empiezo a estudiar Derecho, no me gusta beber alcohol ni fumar y mato por sacarme a la calle bajo cualquier pretexto, no me gusta pasar tiempo solo. El último salto de la adolescencia al vacío se hace con los ojos casi vendados.
Tengo 36 años.
Adoro a una novia pelirroja, pienso y decido estudiar Modelismo, me fumo un porro antes de dormir y cato las mejores bodegas de España (salvo Ribera y Rioja, claro). Paso mi tiempo disfrutando de mi adosado con jardín, puteando a mi perro al tirarle del rabo, ante la mofa generalizada.
Elijo tener una segunda vida opuesta a mi primera. La madurez mesa dulcemente las canas de mi paciencia.
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