lunes, 6 de enero de 2014

María

Esperó.

Esperó a que todos se uniesen. Esperó a que la guapa viniese del frío norte, que formásemos de nuevo el círculo perfecto, como siempre nos había visto. Aguantó como una jabata pese a las caídas y las parálisis hasta que estuviésemos todos frente a ella.

 Y entonces se fue corriendo, sin hacer ruido, como siempre. Y sonrió en paz.

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