miércoles, 12 de octubre de 2011

Tendederos

- Encantado de conocerte - le dije, lo más sonriente que pude.
- Lo mismo te digo - me respondió, un poco rancia.

Nos dijimos adiós tras esa fugaz presentación tímida en mitad de la calle, y cada uno marchó en sentido opuesto. No sé qué pasaba por su mente, pero en mi cabeza no paraban de repiquetear una y otra vez, batería, doble bombo, las mismas preguntas: ¿qué perfume usará? ¿Le gustará el mismo tipo de ropa interior de chica que me gusta a mí? ¿Qué tipo de ropa llevará? Espero que no sea pija. ¿Cuál es su libro favorito? ¿Le gustará de verdad leer, o simplemente lo pone como hobby estándar? ¿Me invitará a ver la última de Woody Allen como sorpresa? ¿Dónde querrá que vayamos de vacaciones? ¿Nos daremos un baño los domingos escuchando Maria Bethania de fondo?¿En qué momento va a querer besarme? ¿Qué piensa del arte, la cultura?


Imaginarme por su casa, escudriñando cada detalle de los cuadros o de las baldas de las estanterías; pasearme por su biblioteca e inclinarme para leer lateralmente los títulos. Abrir su armario de par en par y quedarme embelesado por la explosión de colores y formas de sus atuendos. Que me hable de sus preocupaciones, de sus ilusiones. Que me coja de la mano en el parque. Que me abrace, que sepa cuando lo necesito.

Quiero averiguarlo.

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