El pasado viernes noche tuve la suerte de asistir (Gracias E. por el chivatazo, y S. por la jornada) en San José de la Rinconada a la obra de teatro Tres, de Juan Carlos Rubio, y por el irrisorio precio de 7 euros (valía 24 la misma obra hace 4 meses en Sevilla, me quedé sin entrada).
Genial comedia en torno a 3 cuarentonas que se reúnen (Kiti Manver (vozarrón), Nuria González (¡qué expresividad!) y Aurora Sánchez (el descubrimiento, pura guasa)) y, con la borrachera, las risas, y los años (desde la universidad) sin verse, deciden contratar a un mismo padre de alquiler (Octavi Pujades (te has pasado un poco con las pesas)) que las fecunde a las tres.
Una idea semi-brillante, hasta que se empieza a mezclar la inseminación con, más tarde, el sexo y finalmente... ¿quizá el amor?
Y de paso, como en los Simpsons, una reflexión a hacer, a tener en cuenta. ¿Por qué cuesta tanto adoptar a un niño (nóminas, estado psicológico, familia, posición social, mucho dinero, …) mientras que cualquier cani o descerebrado es capaz de poner la semillita en mamá, y pimpampum? ¡Cómo si eso fuese ser padre! Esta sociedad cada vez es un poco más absurda si cabe. Me acordé de una buena amiga, la que se plantea no traer criaturas a este mundo por algunas de estas razones morales.
Recordaré gran parte de la obra durante un prolongado tiempo, pero creo que dos reflexiones me marcaron a fuego:
a) En un diálogo entre Kiti Manver y Octavi Pujades se comenta lo que cuesta luchar por tener algo, y lo poco que valoramos cuando lo conseguimos y finalmente lo mantenemos. Deja de tener todo el interés. Me recordó a la teoría de Giorgio.
b) En la búsqueda del padre de la criatura, las 3 sacan el temido papel en blanco para anotar las condiciones ideales de dicho semental. Empiezan a hacer brainstorming y sueltan alguna idea alocada, provocativa, pero tras debatir un rato, las elegidas eran: “que sea bueno, que sea guapo, que sea sexy, que sea carismático, que sea listo, que sea alto, que sea moreno”. Ummmm.. cumplo 6 de 7. Confirmado, voy a ser un padrazo.
Y por último, la frase que dejó a toda la sala callada, por su contundencia, por su verdad:
“Todo el mundo depende de algo o de alguien para ser feliz”.
Es curioso, en estos días en los que abogamos cada vez más por la independencia, esta simple frase lleve más razón que Descartes y nos haga replantearnos toda nuestra percepción errónea del devenir de la vida.
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1 comentario:
Hombre, un paisano montillano por tu blog!
Genial siempre Juan CArlos Rubio!
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