Desde que he remodelado mi habitación no paro sino de tirar cosas antiguas. Cosas que ya no me valen para nada. Hoy le ha tocado el turno a mi mochila favorita. Pero ya era hora de comprarme una más, si no bonita desde luego más útil. Renovarse o morir que se dice.
Sigo caminando por el sendero angosto, cada vez con más pausa, cada vez más sosegado, analizando los arbustos que encuentro alrededor, y fotografiando los bellos. No tengo prisa, ni miedo de lo que pueda venir por detrás. En esta senda no caben aviones, ni barcos, ni camiones, ni nada que enturbie el paisaje. Me dirijo a un sitio donde ni los coches van. Allí te espero.
Qué directazo, qué subidón, qué forma de tocar
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