La peli de Lost en translation trata de cómo una persona se puede sentir completamente fuera de sitio en un país extraño con costumbres e idioma alejadísimos de lo habitual.
Como Bill Murray me sentí cuando llegué al aeropuerto de Atatürk en Estambul, pedí un taxi, y cuando me monté y le dije al señor taxiturco, en un inglés cuasi perfecto: “Novotel hotel” (para que veáis mis conocimientos de la lengua de Carlos de Inglaterra), el mismo me miró con cara extrañada, así que no tuve más remedio que darle mi papelito con la dirección. No sabía inglés.
Sonríe, arranca, y deja mi papelito con él, no me lo devuelve.
(Se supone que cuando una agencia te busca un hotel cercano al aeropuerto solo para pasar la noche, éste está como mucho a unos 7 u 8 minutos).
Llevaba yo 12 minutos en el taxi cuando empecé a ponerme nervioso. Más aún cuando el taxista coge el móvil y empieza a llamar a alguien, todo como muy haciendo planes, en un tono muy poco confidente. Yo pensando en que me estaba llevando a vete tú a saber dónde, pero no donde yo le dije.
Intento hacerme el buena gente, me funciona a veces, no creáis, e intento ser amable, hacerme cercano. Miro que había caído una buena manta de agua y digo, sonriendo: “Water today, eh?” (el eh en un español muy castizo).
Me mira, extrañado. Ni puta idea de inglés, pero ni puta ni zorra.
“WATER”, repito. Y hago el gesto con la mano de agua cayendo.
Y el tío me dice: “Novotel, novotel”, asiente, y me señala para adelante.
En ese momento me quise morir. Solo medio minuto después estaba más acojonado que muerto cuando el taxista miró para atrás por el retrovisor mientras estaba hablando de nuevo por teléfono en el mismo tono de mafioso, y sonreía.
Pasamos por el Novotel en ese mismo momento, y el doble de Sayid pasó de largo.
Glup.
Le dije Novotel, señalando, con la cara desencajada, supongo, y él me hizo un gesto de que iba a dar la vuelta y que volvería. Eso quise entender.
5 minutos más tarde, y yo a punto de llamar a nosequién para decirle que me iban a violar y que ni sabía dónde estaba, ni la matrícula, ni nada, y que el tío iba a 110 por una carretera convencional, con lo cual tirarme al suelo no le venía nada bien a mi cutis, el tío mamón va y da la vuelta.
Y me lleva al hotel.
Y hasta me da las buenas noches al despedirse. Lástima que no me hubiese dado un pañal, que me hacía más falta.
6 comentarios:
La verdad que tiene que acojonar. Pero, amigo mío, has aprendido una valiosa lección, que mi padre me repétía y me repetía, y luego mi hermano me repetía, y repetía...antes de montarte en un taxi(en Atatürk, que por cierto, ¿que te lleva por ahi?, en Córdoba o en la conchinchina), hay que mirar aunque sea, el número de licencia.
Me alegro que se quedara en un sustillo ;)
Yo tuve una experiencia similar de canguelo cuando visité Egipto.
El día que íbamos al mercado de Kan-El Khalili buscábamos un sitio llamado Casa Jordi, que es de un egipcio que no te obliga a regatear (algo que acabas agradeciendo enormemente). Pues se ve que el hombre no cuenta con mucho aprecio por parte de los comerciantes de la zona, ya que se lleva la mayor parte de la clientela española. Así que nos pusimos a buscar entre las callejuelas de aquella ciudad laberíntica con pinta de mercadillo descomunal (y tremendamente sucio). Se nos ocurrió preguntarle a un policia hacia que dirección estaba la tienda del tal Jordi. La policia egipcia es de lo más corrupto que hay, podrías mearte en las paredes del templo de abu simbel si luego les das una propinilla. Pues bien, el poli nos lleva a hablar con un gañán que se supone nos va a guiar hasta la tienda. El tipo nos mete en una auténtico laberínto de calles y nos quiere hacer subir unas escaleras a una planta superior de un edificio. Yo sabía que no estaba tan escondido, y que no estaba en una planta superior por la informacion que habia leido en google de otros turistas qeu habían acudido a comprar allí. Y para más inri el guía nos recomendó no salirnos de las dos calles principales a riesgo de perdernos y no subir o bajar escaleras en los locales, porque quedaríamos fuera de lavista y nos podian dar para el pelo, como intuíamos que nos haría aquel señor cuando le vimos que llevaba una buena pistola metida en los pantalones. Nos disculpamos como pudimos, le dimos buena propina y le dijimos que no íbamos a subir a la planta superior, el tipo se lo pensó y dijo de llevarnos hacia otra calle. Pero viendo el plan, apretamos el culo y salimos pitando de allí. Luego nos enteramos que el tal Casa Jodi estaba en la otra punta de del bario, y que no concordaba para nada con la direccion hacia la que nos llevaba el tipo de la pipa.
En fin, una experiencia que me hizo sentirme casi como tú en tu taxi pasándote de largo el novotel.
Saludos.
Quillo, cuídate!!!
Lo mejor de todo es que quedó en un sustillo... ahora sí, que de ese taxista y el mal rato que pasaste te vas a acordar toda tu pinche vida.
No te tardes mucho que por aquí ya se te echa de menos... bueno, mejor no te lo creas que después no va a haber quien te aguante... =P
A mi me pasó en Túnez. El tío, que no tenía ni licencia de taxi, conducía como un loco (como todos los demás coches), no paraba de hablar por móvil. Pero sólo estaba contactando con uno que nos hiciese de guía. Y nos esperó para la vuelta. Eso son prejuicios!
miralo por el lado posistivo... te llegan a secuestrar de verdad y te hubieras hecho famoso y tu blog tb!!!...;P... y telvent te hubiera dado un buen reconocimiento, jajajajjajaja....
Un besoteeeeeeeeee
me llevan blanca al hospital... creo que tardaria mas tiempo en recuperarse el taxista que yo...
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