Había entrenado muy poco, así que ya iba resignado a hacer un
peor tiempo que hace 3 años y un día; eso no me preocupaba. Terminarla ya era
más que un reto.
Tenía gana de esa media maratón de Córdoba. La Córdoba
morena y agradable que tan poco frecuento pero siempre me apetece correr. Y esta vez íbamos una buena horda de poceros a disfrutarla, pseudo juntos. Además,
ver a dos luchadores como Rorro (menuda fuerza de voluntad) y sobre todo David (que
se había apuntado a la carrera a las 6 de la mañana) eso sí que da vida. Yo iba con mi bigote Movember, pensando en ellos (pincha en las fotos para verlas más grandes).
Como en anteriores ocasiones había preparado el trazado a
conciencia, eligiendo canciones (en realidad trozos de canciones, no canciones enteras) que animarían mis maltrechas piernas y mi
disperso cerebro. Pedí consejo a muy buen@s amig@s para motivarme. Y esto fue,
muy por encima, lo que ocurrió.
Km1: brutal ambiente entre los casi 6000 corredores apostados en la avenida Conde Vallellano. Mientras bromeo con David y Paco se pega el pistoletazo de salida. Casi no me da tiempo a enfundarme los cascos marcianos, el cintillo, apretar play y acordarme del yoga polaco y del Eballense por antonomasia (que lo llevo al lado): ideas de cómo respirar, esforzar las piernas en los momentos duros y disfrutar de lo que va a ocurrir. Suena esa maravilla que sube poco a poco, ese sol que asoma, mientras se oye el golpe en el asfalto, progresivo, y la voz femenina agradable. Genial esa canción sempiterna de los comienzos: Orbital – One perfect sunrise. Empieza bien esto, los vellos ya como escarpias.
Km2: mis compis de vinitos del Salvador, Alanis y el peruano, me informan desde ultratumba que hay siempre que sonreír y hacer un mundo mejor. Qué subidón seguir corriendo al lado de Cheo, Javi, David y Rorro (Paco y Miguel ya volaron adelante, discusión deportiva en forma física) y escuchar East India Youth – Dripping down.
Km3: la gallega independentista que ya no cree en los hombres
perfectos y la gata surfera por la mañana me hacen reír en el pasado. Se
descuelgan 3 de los jinetes, y tiro junto al barbudo usando las fuerzas que me
da acordarme del momento en el que suena Calvin Harris – Feel so close en la escena de la boda de la película La gran familia española. Otero, por delante, sigue demostrando el pundonor que sus padres siempre han tenido. Olé tu cuerpo.
Km4: el sapo de Tasio y su querubín me ponen muy tierno:
nada es imposible cuando se desea con fuerzas. Pienso y siento: estoy
preparado: Arcade Fire - Ready to start (viva Regine Chassagne y viva Sarah Neufeld)
Km5: zona Arcángel, campo del Córdoba; me acuerdo de todos
los esfuerzos que les exigimos siempre a nuestros atletas de élite (¡aupa
atleti!), y creo que nosotros no debemos ser menos por toda la gente que confía
en nosotros. Eso y que oigo lo que mi Puti me dice, que además corre a mi izquierda:
cada objetivo requiere su esfuerzo. Nadie dijo que la vida era fácil. Así que
aprieto los dientes, los puños y casi el culo, y sigo en liza. Vetusta Morla con la acojonante Orquesta Sinfónica de Murcia tocando, violines punzantes y
bombos repetidos mientras Pucho grita de rabia en la parte final hacen un Copenhague explosivo.
Km6: enfilo el que a priori sabía que iba a ser uno de los
km más difíciles, la eterna recta de la Avenida Virgen del Mar. Parecía
inacabable como preveía, y aún más
cuando a mediados de la misma no tuve aliento para seguir a Cheo, que ya veía a
5 metros delante de mí. El Idiotka de Barabas no fue suficiente, menos mal que
tenía a la prima catalana, loca de la vida, aplaudiéndome, y escuchando a
Bonnie, disparando balas y preguntando cuánto valen unas bragas en Abu Dhabi.
Km 7: maldita recta infinita, ¡¿cuándo termina?!
Definitivamente me descuelgo de Cheo (era muy pretencioso seguir a semejante
atleta), ya lo veo a 20 metros, y bajo
el ritmo para poder aguantar los 2/3 de carrera que quedan. The Ting Tings - Be the one y el Gato
encerrado me hacen seguir cuando empiezo a dudar de mis piernas.
Km 8: mientras la cerveza Indio me pide que le eche huevos,
Parov Stelar y la idea que se cuece en mi cabeza hace que recorra un km en el
que ya voy solo. Físicamente, me refiero, las Mivis y su continua alegría me
hacen mantenerme firme.
Km 9: primera idea de abandonar. Confirmación de que mi tipo
de carrera son los 10K. Si no hubiese sido por las dos Zerdas que me sacaron
los colores me habría parado allí mismo. Estaba devastado, la Av. Carlos III es otra que parecía no tener
fin, menos mal que los gritos me pegaron una patada en el culo para seguir:
Mona – Wasted.
Km 10: definitivamente estoy muy cansado. No debí haberme
creído tan capaz y haber ido más lento. Ni Groove Armada - Paper romance ni siquiera (rápidamente que pasé a) Daft Punk – Contact me sacaron fuerzas. Si
no hubiese sido porque un Ironman me dijo que hay otra modalidad de carrera, la
Riderman, hubiese caído al suelo en dicho km.
Km 11: empieza Ollerías, sé que al fondo está la Torre de la
Malmuerta y empieza la entrada al centro. Desde el Edén escucho sonar A new error y recuerdo a Laurence Anyways y la clase, recuerdo que esto es una
carrera de fondo, y sonrío, mucho, al pasar bajo la cristalera de la abuela
Rosa, y miro, arriba, y le tiro un beso por si me estuviese mirando. Cabalgo a
medida que el lánguido de Ville Valo y su brazo serpenteante embelesan a la oriental más guapa del mundo: HIM - Right here in my arms
Km12: Le doy la vuelta a la plaza de Colón, placer
sensorial. Nos adentramos en Córdoba, se masifica el apoyo. Bajo el volumen de los auriculares (por
primera vez en la historia) para escuchar el sonido ambiente. Inyección asombrosa de
adrenalina. Si todas las carreras se corrieran por el centro estoy convencido
que volaríamos. Vi a los señores de la leche y los valgas con la niña de las setas, a la niñera, a Najwa
con moñicli, todos nos hacían fotos y nos alentaban. Creo que ese km volé, o
así lo sentí . Apenas oí los recortes del Stereophonics – Ladyluck y el The Bloody Beetroots with Junior Hide – Albion. El discurso motivacional tipificado de
internet no me supo, esperaba algo auténtico. Menos mal que luego Leli y
Garbanseitor me hicieron un guiño húmedo y veraniego.
Km13: volvemos a salir del centro de Córdoba, buscando aBrillantarnos.
Se hubiese vuelto a hacer pesado si no fuese porque desde Europa los dos love
of lesbian cantaron en mi honor unos genuinos acordes. Sois grandes. Yo lo
acompañé, la cuesta era dura, con Fuck Buttons - Flight of the feathered serpent.
Km 14: segunda bajada de ánimo, como vaticinó el de la sudadera
fluorescente y brazos abiertos. Al final de la cuesta, y aún sabiendo que ya solo quedaba un
tercio, me volví a desanimar, falto de fuerza. Ni Aaliyah ni la Manola García
catalana, seguidas de DMC Initiative conseguían que apretase. Justo cuando
creía caer y defraudar/me apareció él, a unos 8 metros, y casi parado, mirando para
atrás, buscándome. Cheo, no te morreé allí mismo porque seguro que acabamos en
coito, pero me diste las alas que necesitaba. Verte fue el equivalente a 3
cómpex, 45 geles y dos cintas mecánicas (o esas cosas que dicen y hacen los
pro). Qué triunfo. Eres un amigo, querido.
Km 15: mucho más animado, con el crás Fernando Alonso
haciéndome reír con la idea del pódium, al lado de mi quinto y oyendo Is Tropical - Seasick mutiny (empiezo a marcar el ritmo, como cada vez que la oigo, con la cadencia que marca esta canción) y Editors - Escape the nest se me hizo ameno un km que también consideraba entre los peligrosos.
Eso, y reventar a carcajadas oyendo el Mencanta Jeré, el estetoscopio imbécil de Berto y al fin de la cita de Rajoy
me dan Superfuerza.
Km 16: la prima de Quien mató a Bambi y el fotógrafo de SFDK
me dan ánimos desde Sevilla. Empiezo
flotando, como metido en un columpio asesino mientras oigo un perro reventado
en el arcén, para seguidamente apretar los puños de alegría con la fuerza que
me inocula Segovia, una de las canciones del año. A ver si PVC quiere que la toquemos.
Km 17: aun así, vuelvo a perder a mi pocero del año (que me
perdone Pablo). Se me ha vuelto a escapar la liebre en el último km malo,
alejado de la civilización; solo me puedo encomendar a la inyección que me da
Ella y sus cositas, y a la fuerza sonora de Bloc Party con sus dos mejores
temas por todo lo que significan: Ion Square y Flux. Tras esto, la mujer roja que huele tan bien me anima a lucir mis piernas con soberbia.
Km 18: Avenida del aeropuerto, ya te tenía ganas. Y más
cuando el km empieza con mis dos hermanas, reventadas a cojinazos como buen fin
de semana, insuflando alegría. Ese Tati de fondo, percusión tan mecánica que
parecía rallado, me hace sacar tal sonrisa que me empieza a doler una
oreja. Menos mal que se me quita rápido
cuando por la misma oreja entra Beck reimaginando el Sound and vision de David Bowie, en una de los directos más vibrantes de la historia (a partir del minuto 6 y pico). Volví a volar. Y
justo en el momento en que en dicha canción suena el tirolés (08:40), una señora de
unos 70 años que se había bajado (y mira que hacía un frescor) a aplaudirnos a
tod@s los que por allí pasábamos, vociferaba sonriente, transmitiendo ánimos. Me
emocioné, sin duda. A punto la lágrima, que supe detener sin problema. Los
antebrazos ya sí que iban por su cuenta, una pequeña marejada de césped gozosa.
Km 19: esto parece que acaba cuando volvemos al punto de partida. Mi estimado, y los dos londinenes me suministran lo que necesito, pura amistad sincera, más allá de lo profesional. Acompañar esto de Hans Zimmer – Mombassa debería estar prescrito por los médicos. Cuando terminó sonando The Chemical Brothers – Don’t think y empiezo a bailar mientras corro, les hago caso y ya no pienso,voy absorto en disfrutar de los últimos km con una potencia reactivada, con una alegría recuperada y adelantando, inexplicablemente, con una facilidad pasmosa.
Km 20: la ociosa muerta y la única mongui guapa, esa singular pareja de contrastes que me facilita la vida me adulan y
me hacen reír y me hacen seguir elevándome; mi mejor kilómetro hasta entonces,
curioso cuanto menos, a los 20 km. Y veo a las guapas echando fotos, y veo
justo entonces al barbudo, a unos 50 metros. Y entonces saco aún más fuerzas
que desconocía que tenía (coño, que se me hubiese avisado al principio, y hubiese
hecho los km anteriores con holgura) y aprieto y aprieto y aprieto mientras Neuman
se enfurece con su detonador Battle starship que me hace querer más y
más. Alcanzo a Cheo y ahora tiro yo de él, no me vayas a abandonar en lo mejor,
camarada. Y corro y corro como si no
hubiese un mañana, mientras la guitarra
se desgallita de placer.
Km 21: pienso en el empuje que me da Amy Adams en estos
metros finales. Pienso en las pruebas, ¿o nou? Pienso en que casi siempre he
conseguido lo que me he propuesto. Pienso en que tengo unas personas a mi lado que
me apoyan como soy y que eso es de muy afortunado. Cuando doblo para entrar al
Puente Romano, ya está la gente a dos metros a cada lado animando hasta la
extenuación, mi compañero de carreras sigue a mi derecha y mi canción favorita en
las orejas (y recuerdo el último directo en Oporto) subo el volumen hasta posiblemente perder
una frecuencia; exploto de gusto al cruzar la meta.
El tiempo, 1h47m fue lo de menos. Este logro fue de todos,
yo solo lo personifiqué corriendo. Mil gracias. Crecí en esa carrera. Crecí mucho. Crecí
tanto que hasta me salieron raíces en la cabeza.
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