(…esta historia viene de aquí)
Anda que la debes estar liando fina – me decía, observando la escena desde los ojos de cualquier pasajero del avión cercano a dónde yo casi me desvanecía.
Seguía con un nulo control de mi cuerpo, y solo mi conciencia me permitía estar anclado al mundo real. Pasé los peores minutos de mi vida, y no dejé de pensar en mi querida Isabel en esos momentos. Lo de la luz al final del túnel es cierto para hacer un balance de sentimientos. Para mí fue asquerosamente clarificador.
Dejé de sudar al rato, las punzadas fueron remitiendo, y al poco supe que mis párpados volvían a ser esclavos. Abrí los ojos con miedo de no ubicarme (¿vería el purgatorio? ¿El infierno quizá?), y me encontré a mi querido Juan al lado, tomándome la tensión, aplicándome toallas húmedas, cuidando de mí como hacía tiempo que nadie me cuidaba. Me mimaba. Me dijo que tenía la tensión a nivel de caniche tobillero, y que me quedase ahí un buen rato. Me dieron coca-cola (¡la chispa de la vida!), me incorporaron poco a poco, todo fue normalizándose. A los pocos minutos volvía a mi asiento por mi propio pie. Afortunadamente no me había meado encima ni nada aún peor.
Fui incapaz de conciliar el sueño ni de tomar el desayuno, pese a las advertencias de Juan. Me daba miedo a mí mismo. No dejaba de pensar y pensar, ordenar ideas, establecer objetivos, pensar en el futuro que vi perdido minutos antes.
Llegué a Madrid, hice hora, y de nuevo volé hasta Sevilla. En el aeropuerto recogí la maleta, y me fui a la calle, necesitaba por fin aire fresco. Por primera vez en mi vida deseé que alguien estuviese esperándome. Nadie fue a recogerme, nada nuevo. Me puse los auriculares a máximo volumen, carpeta Music that makes El señor Ríder happy como prioridad uno desde el aeropuerto a casa.
Se dice que una persona, para ser plenamente feliz, necesita 14 abrazos sinceros al día.
Llegué a Sevilla con ganas de abrazos. Invité a cenar a una amiga. Necesitaba una enorme sesión de risas. Fue genial volver.
Ahora aprovecho cada día aún más si cabe. Sonrío, pero sobre todo vivo como quiero y no siento miedo ni espero al futuro. El futuro es dentro de tres segundos. ¿Vas a seguir sentado criando culo? Sal a la calle y haz lo que quieras hacer ahora.
ACTUALIZADO (antes las dudas no resueltas al parecer): oficialmente fue una bajada de tensión con amago de lipotimia, pero...
a) ¿Fue Avivit y el agua de coco?
b) ¿Y si la tripulación me habían envenenado y por eso se reían con Juan al pasar a mi lado? ¿Se dedicaban al tráfico de órganos?
4 comentarios:
No me gustó el final, ya podía haberte pasado algo más emocionante, como que te saliese un alien de la barriga o que hubieses estado buceando antes de subir al avión o... yo qué sé.
Entonces qué te pasó, un corte de digestión, te cagaste de miedo, o qué? me alegro de que estés bien
opto por la opción B,y no te debe extrañar siendo hija de quien soy
Rider, rider, vete a hacerte una radiografía o busca una cicatríz pequeñita por la barriga, me temo que tienes un riñón de menos. Para el próximo viaje a Brasil llévate una camiseta con un riñón dibujado dónde ponga "Dejádmelo en paz, sólo me queda uno"
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