Salvajemente te buscaba en los sitios dónde podrías aparecerte.
Como un fantasma.
La asombrosa idoneidad de tu traje negro (casi mínimo), de plástico, hizo que me quedase clavado al suelo al verte asomar entre aquel grupo tan compacto. Y con ganas de mucho más.
Salvajemente fecundábamos a Raúl en un servicio de aquella discoteca mientras sonaba S.P.N.B en modo remix.
Me he terminado de leer Ciudades de hielo, de Goretti Hita
Conocí a Goretti hace años. Si llego a saber que estaba hecha de esta pasta especial, quizá le habría dedicado mucha más atención. El último capítulo de su libro es sencillamente genial.
"La gente justifica sus asesinatos y condena los míos, sin tener muy en cuenta que el dolor de los huérfanos siempre es el mismo".
"Todo el mundo usa mecheros. Los mecheros no valen. Las cerillas son otra cosa. Utilizas una y se muere. Una llamarada loca, se apacigua y se pierde. Los mecheros no valen, porque siempre vuelven".
"Si tú me vas a cuidar no me importará que las enfermedades lleguen..."